“soy demasiado
mayor para…”, “yo ya no tengo edad para estas cosas”, “hace 20 años sí pero ahora…”. Estas son algunas de las frases que escuchamos (o decimos)
cuando no nos vemos capaces de aprender algo nuevo y ponemos la edad como
escusa.
Es cierto que de pequeños tenemos más
facilidad para aprender, todo es más rápido y sencillo, pero si tenemos
motivación y fuerza de voluntad, cualquier edad es buena para aprender algo
nuevo. Quizás el problema principal de las personas mayores es que buscamos ser
perfectos des del principio, pero hay que entender que equivocarse de vez en
cuando forma parte del aprendizaje.
Como la teoría es muy bonita pero muchas
veces insuficiente, a continuación te presentamos a personas que han vencido la
barrera de la edad y han decidido aprender a pesar de sus años:
Mónica Reyes tenía un sueño “algún día
quería poder leer la Santa Biblia y entender la palabra”, cuenta des de San
Basilio de Palenque, Méjico. Y así fue como con 81 años aprendió a leer y
escribir gracias al proyecto “Son Ri Tambó”de la Fundación Transformemos.
Miquel Grau, estando de vacaciones con su mujer en el Delta del Ebro, quiso
alquilar una bicicleta para visitar la zona cuando se dio cuenta de que no
sabía ir en bicicleta, así que en ese mismo momento, con 75 años, decidió poner
remedio a la situación con un curso en la Casa Elizalde de Barcelona que le
enseñaría a montar en bicicleta des de cero. Ahora pasea en bici por Barcelona,
respetando siempre las normas de circulación porqué tiene claro que encima de
la bicicleta la carrocería es el propio ciclista y “con 80 años el cuerpo ya no está a todo riesgo”.
Bernarda Angulo (Las Palmas de Gran Canaria, 1912) no aprendió a nadar hasta los 45
años. “me bañaba en la orillita de la playa,
veía a mis hijas donde no hacían pie y me daban ganas de aprender yo también.
Ellas me enseñaron”. Treinta y cinco años después comenzó a competir, con
80 años. “Fue empezar una nueva vida. Con
la natación la existencia se me hizo más llevadera. Mi entrenador, Argimiro
García, me decía que si seguía, nadaría hasta los 110 años”.
Así que ya lo veis, la vida, de principio a
fin, puede ser una aventura de descubrimiento. No tiene sentido que nos privemos de
explorar sólo porque nos sintamos un poco mayores.
¿Y tú? ¿Qué has aprendido últimamente? ¿Qué
te gustaría aprender? Sea lo que sea, des de aquí te animamos a intentarlo,
porque más vale probarlo y fallar que arrepentirse de no haberlo ni intentado.